Dos faroles iluminan
el oscuro callejón
donde un perro blanco guarda
el pasillo tras la reja.
Su blanco pelo contrasta
con la penumbra del mundo
del que se erige en guardián.
Dormido parece ser
amigo de todo hombre
que pretenda acariciar
la tenue paz de su sueño,
mas, cuando sus ojos abre,
sus fauces lanzan cuchillos
de ladridos estridentes
que rajan la confianza.
Aquella gruta es su feudo,
allí ejerce su dominio,
mas ¿quien domina a la fiera
tras el lúgubre pasaje?
¿Qué mano humana podrá
calmar la furia encendida
del centinela lobuno?
Al reverso del crepúsculo
dormita una oscura Arcadia
acunada por las nanas
que, entre ladridos, le canta
el terrible albino cánido.
el oscuro callejón
donde un perro blanco guarda
el pasillo tras la reja.
Su blanco pelo contrasta
con la penumbra del mundo
del que se erige en guardián.
Dormido parece ser
amigo de todo hombre
que pretenda acariciar
la tenue paz de su sueño,
mas, cuando sus ojos abre,
sus fauces lanzan cuchillos
de ladridos estridentes
que rajan la confianza.
Aquella gruta es su feudo,
allí ejerce su dominio,
mas ¿quien domina a la fiera
tras el lúgubre pasaje?
¿Qué mano humana podrá
calmar la furia encendida
del centinela lobuno?
Al reverso del crepúsculo
dormita una oscura Arcadia
acunada por las nanas
que, entre ladridos, le canta
el terrible albino cánido.