Aquí he venido a contarles;
pido que atención me presten:
la corriente fuerte arrastra
al camarón que se duerme.
Pregonero del crepúsculo,
canta con desigual voz
a las luces y a las sombras
cuando ya se pone el sol.
Me calma y su paz me entrega,
me alerta y me despierta,
para no vivir insomne,
para no morir en siestas.
Vigilante, me protege
cuando el carroñero advierte.
Si la tristeza me rapta
debo pagar un rescate,
pues justo es el tributo
por tamaño disparate.
Recuerden todos los versos
y yo que mi afrenta pague,
con ánimo que me preste
sereno amigo zanate.